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MARTÍN ADÁN Y YO EN LAS CALLES DE LIMA

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UNO

Solitario. Vagabundo. Cinéfilo. Curioso. Tímido. Así era yo adolescente metido en un cuerpo andrógino. Iba al colegio (a La Recoleta, hasta el primero de secundaria, al San Andrés, donde sufrí dos años y, finalmente, al de Aplicación de la Universidad de San Marcos, para pasar los dos mejores años de mi escolaridad) y tenía unos cuantos amigos compañeros de clase, muy pocos, menos que los dedos de una mano.

Fuera del colegio no veía a nadie y nunca  invité a ninguno de esos amigos escolares a que viniera a mi casa ni visité yo la casa de alguno de ellos. Yo vivía en La Colmena, una avenida que en verdad se llama Nicolás de Piérola, pero nadie la denominaba con el nombre del caudillo. En el cuarto piso, departamento 411, del edificio que hace esquina con Wilson, avenida que todavía no se llamaba Inca Garcilaso de la Vega. Justo al frente se construyó el edificio que durante cierto tiempo fue el más alto de Lima y de todo el Perú. Abrió también sus puertas un nuevo cine, el cual adoptó el nombre corriente -que no el oficial- de la avenida. Esa sala de estreno alimentó mi apetito cinematográfico, al sumarse a los cines pulguientos Alfa, Rívoli, Moulin Rouge, Astral y otros más, en los que veía películas antiguas, y a las demás salas de novedades cinematográficas del centro de Lima: Metro, San Martín, Colón, Le Paris, Bijou, Tacna, Lido, en las que trataba de saciar mi hambre de imágenes en movimiento; mi enorme curiosidad, y olvidar mi desastrosa vida familiar.

Al lado del cine Colmena, en un edificio viejo que aún está en pie, pero ahora abandonado, estaba Radio Lima donde de niño vi llegar sobre un caballo blanco a Poncho Negro y sobre uno pinto a Calunga, su fiel compañero de aventuras, personajes que hasta entonces sólo conocía de oído; es decir, a través de las transmisiones radiofónicas. También se hicieron realidad allí, enfrente de mi casa, los Teens Tops y su vocalista Enrique Guzmán, que interpretaron “Popotitos”, entre otros temas que yo escuchaba hasta el cansancio en Música para la Juventud, un programa de radio 1160. Sobre el techo del edificio de Radio Lima volaban negros gallinazos de la ciudad gris de metal y melancolía. Allí, en la azotea,  entre cachivaches de todo tipo, vivían y se reproducían.

Como yo era tímido, y solitario. Un solitario al que le gustaba vagabundear por las calles del centro, dentro de un circuito que iba por La Colmena a la Plaza San Martín, y al Parque Universitario y luego, por calles y jirones y avenidas, abarcaba todo el llamado “damero de Pizarro”. En mis vagabundeos nocturnos solía detenerme durante un tiempo largo en la librería Época de la calle Belén, que estaba abierta hasta muy tarde.

Allí mis vagabundeos callejeros se convertían en vagabundeos poéticos y/o intelectuales, ya que me pasaba horas leyendo los libros argentinos, chilenos, mexicanos, españoles, que no podía comprar por falta de medios. Allí, además, mi infantil afición a robar caramelos y chocolates en las Tiendas Tía del jirón de la Unión (afición en la que involucraba  como cómplice a Virginia, mi hermana pequeña), la transformé en la sustracción de libros ante los cuales no podía evitar el deseo de poseerlos.

Otro alto en mi incesante vagabundeo solitario lo hacía en el jirón Azángaro, en la librería de Juan Mejía Baca de la calle Huérfanos. Allí descubrí los muy pulcros Cuadernos de Hontanal que publicaba el poeta Javier Sologuren; la revista Haraui que editaba Francisco Carrillo, y muchas otras publicaciones peruanas que era casi imposible hallar en otro lugar. A veces ingresaba a la Biblioteca Nacional de la avenida Abancay para descubrir ediciones de libros míticos: no olvidaré jamás que en una de las mesas de la biblioteca desplegué las páginas acordeonadas de Cinco metros de poemas de Carlos Oquendo de Amat y leí también, en un ejemplar con páginas manchadas de grasa y corroídas por el tiempo, esa pequeña gran maravilla literaria que es La casa de cartón de Martín Adán.

Dos

El muchachito andrógino que era yo en aquel tiempo no sabía que por esas mismas calles vagabundeaba incansablemente nada menos que el autor del “Poema Underwood”. Él había nacido y vivido su infancia en el centro de Lima, pero su familia se mudó a Barranco y el joven Rafael de la Fuente Benavides en ese distrito, que le sirvió además de inspiración; escribió La casa de cartón, aquel poema-novela que yo leía y releía frenéticamente en la Biblioteca Nacional. Nunca imaginé, sin embargo, que podría encontrarme con Martín Adán en las calles del centro de Lima.

Porque en esa época yo no sabía que este hombre de “buena familia” había renunciado a todos los privilegios de su clase, su apellido y su formación académica, para vivir en permanente estado de poesía y ebriedad vagabundeando por calles y bares céntricos. Púdicamente a eso le llaman hoy “su bohemia”, aunque nada en Martín Adán hacía de él un bohemio. Ocurre, sin embargo, que yo encontré al poeta sin saberlo, sin ser consciente de ello, como dos vagabundos que se cruzan sin conocerse, uno camino a la vejez, el otro jovencísimo.

En mi deambular me cruzaba con gente que terminaba conociendo sin conocerla. El pianista Drácula, por ejemplo, que me daba miedo, a tal punto de que, cuando lo venía venir, cruzaba yo a la acera de enfrente para no darme con él cara a cara. Los luchadores, tan pintarrajeados y afeminados como llenos de músculos, que se reunían en la entrada de Mario, a dos pasos de mi casa aunque ya en la avenida Tacna, donde a menudo detenía unos instantes mi trajinar para comprarme una sabrosa empanada.

El loco Valdés, que así llamaba mi madre a un hombre cuarentón, regordete, siempre vestido de terno y corbata, que seguía a cuanta mujer se le cruzara en su vagabundeo por La Colmena y la Plaza San Martín: iba detrás de una y, de repente, al cruzársele otra, dejaba a la primera para seguir a la segunda, y así durante horas, desde  que el Sol se acostaba hasta bien entrada la noche. Entre esos incansables vagabundos había un señor sesentón que a mí me parecía un anciano viejísimo, tenía aspecto de mendigo orgulloso y vestía siempre un abrigo muy gastado, que le cubría todo el cuerpo, pero ya no tenía botones, por lo cual lo cerraba con un imperdible de esos de los grandes. En la cabeza, ese extraño señor llevaba un sombrero, cosa rarísima porque en la Lima de mediados de los años sesenta del siglo pasado ya nadie usaba sombrero. Ese hombre, siendo casi un adolescente al empezar el siglo XX, como lo era yo pasada la primera mitad del mismo siglo, había escrito:

Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre.

No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como los otros.

No quiero ser feliz con permiso de la policía.

Ahora en las calles hay un poco de sol.

No sé quién se lo ha llevado, qué mal hombre, dejando manchas en el suelo como un animal degollado.

Pasa un perrito cojo –he aquí la única compasión, la única caridad, el único  amor de que soy capaz.

Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.

Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja -(todos un poco perros)-.

Pero yo, en aquel entonces, ignoraba por completo que ese caballero que vagabundeaba como un perro por las calles del centro de Lima, había escrito un pequeño libro que me encandilaba con cada lectura, y se llamaba La casa de cartón. Para mí ese viejo mal vestido que olía a alcohol y ropa sucia era un maricón que me seguía por las calles sin decirme nunca nada. Solo me seguía un rato, mientras podía, con cara lánguida y como suplicante, porque en determinado momento yo apuraba el paso y me distanciaba de él.

Una noche, cansado de su acoso, le hablé o, más bien, le grité: “¡Ya para de seguirme viejo maricón!”. El ni se inmutó, no dijo nada, sólo se quedó de pie, paralizado, y ya nunca más me siguió cuando me cruzaba con él. Me pregunto ahora si durante sus vagabundeos tenía siempre la costumbre de seguir a los adolescentes solitarios con los que se cruzaba. Nunca me planteé antes la pregunta y ahora que lo hago me parece que es muy probable que así fuera. La bohemia vagabunda de Martín Adán combinaba, creo, soledad, alcoholismo y homosexualidad.

 

Tres

Tiempo después -creo que ya estaba en la universidad-, paseando por uno de los parques de la avenida Wilson, no sé si el de la Reserva o el de la Exposición, me di con una exposición de fotos en blanco y negro acompañadas con poemas. No recuerdo si todas las imágenes que se mostraban eran de Machu Picchu, pero sí me acuerdo muy bien que con algunas en las que se veía la maravilla de piedra del Cuzco se podían leer unos versos que a mí de entrada me impresionaron. Ya por esa época conocía yo “Alturas de Machu Picchu”, el poema que Pablo Neruda incluyó en su Canto general.

Ese texto me había parecido verboso, grandilocuente, como era a  menudo la poesía del chileno, y solo me había deslumbrado por momentos. Empero, allí en aquel parque, los versos inspirados en Machu Picchu eran muy diferentes. Como si el monumento de piedra, levantado entre la alta serranía y la majestuosa selva verde, lo hubiera empujado al poeta ya no a cantar épicamente los vestigios del pasado histórico precolombino, sino hacia una introspección, a preguntarse qué somos y de dónde venimos. Me llamó también la atención el título porque en mi ignorancia quinceañera de alumno bastante bueno en el curso de castellano, “desasida” era un error porque, según yo en ese momento, debía decirse “deshecha”. Al volver a casa, el diccionario me convenció de que el error era mío, y no del poeta, y aprendía además un nuevo verbo: “asir”. Desgraciadamente, ahora que escribo en París estos recuerdos, no tengo cerca La mano desasida, es decir, el libro del que forman parte esos versos que me estremecieron, me golpearon, y me hicieron perder piso.

Si no eres nada sino en mí mi sima,
Si no eres nada sino mi peligro,
Si no eres nada allá sino mi paso,
Que vengan todos, con su hedor y siglo
¡Que venga el extranjero que me extraña!
¡Que venga el mal hallado!
¡Que baje el buey subido desde arriba
El del belfo verde, desde humano vacío!
Y que ronca y remira porque nace
De vientre ajeno, que jamás es mío.
¡Aquí estoy muriéndome!
¡Así es toda vida!
¡De buey que rumia y que remira
Y de yo que agoniza, que agonizo!
Tú no eres bello porque no soy bello,
Yo Mismo. Eres apenas profundo estar arriba
De todo un vuelo interminable
Y que bate todavía.
Eres el ala que voló.
Cuando tú mueras, morirá el Hongo
Y morirá el Aire. Y morirá el Día.
¡Pero será la Noche, el otro tiempo
De vivir la vida!
¿Y cuándo volveré a donde nunca estuve?
¿En transporte de orgasmo y alegría?
¿Cuándo será mi ser? ¿Cuándo mi mano
Ha de asir su ventura fortuita?

No tengo acá esa primera edición de La mano desasida pero la recuerdo: era de formato cuadrado, con una foto en blanco y negro en la portada y tapas duras. Allí en el parque, por supuesto, no pude verla, pero al día siguiente, con la urgencia con que un drogadicto va a conseguir su dosis, fui en su búsqueda a la librería de Mejía Baca. En las estanterías bastante polvorientas de ese templo la encontré, la tomé entre mis manos y leí el largo poema de principio a fin, pese al temblor de mis manos y la mirada inquisidora de un empleado.

Al consultar, medio siglo después, las antologías de la poesía peruana elaboradas por Ricardo González Vigil (Petroperú, 1999 y Edubanco, 1984)) constato horrorizado que no aparece ni un verso de este largo poema quitasueño que Mejía Baca publicó acompañado de un disco en el que el propio Martín Adán lee fragmentos en alta voz. Sorprendido por semejante “olvido”, busco algo, sin saber qué exactamente, en mi abundante pero desordenada biblioteca, y encuentro el primer volumen de la antología de la poesía peruana realizada por Alberto Escobar (Peisa, 1973) y allí sí, en las páginas 84-85, releo fragmentos de La mano desasida. Voy luego a internet y, en blogs y diversas publicaciones virtuales encuentro el poema entero, o fragmentos seleccionados por diversos lectores.

¿Cuándo, Machu Picchu, cuándo
Montaña, llegaré a la orilla?
Pero cuando tu mueras, Machu Picchu,
Dónde me iré, con qué iré, con mi sonrisa
Y con mi carne y con mi hueso y con mi casa
Y con mi herejía,
Y con mi traducir lo del latín gorrión,
Y con mi misa,
Y con no sé qué porque me llegó tarde el ser
Al no ser la hora
Al caerse de abajo la vida.
¡Y este no ser nada sino hablar ante el verso!…
¡Y este temblar ante Dios que es la vida!
¡Y este mirarte y muerte, Piedra
De allá arriba!…
¡Este sentirse uno Dios ante la propia conciencia
Y ante la propia herejía!…
¡Este haberte hecho un humano como yo,
Que no era el profeta de la Biblia,
Ni el hombre de las Nieves,
Ni el Gorila!…
¡Este tu ser a mi medida humana,
Sin suelo, sin habitantes y con sola tu agonía!

Fue aquella vez, leyendo La mano desasida en la librería de Juan Mejía Baca, que hice la relación entre el señor de sombrero elegantemente vestido, que aparecía en una foto que adornaba aquel templo de la lectura de la calle Huérfanos, y el viejito desarrapado, alcoholizado, hediondo, maricón, y con sombrero también, a quien yo había mandado a la mierda para sacármelo de encima. En ese momento me sentí muy mal, y hasta hoy no puedo perdonarme por lo que dije sin saber a quién se lo decía. Pero es verdad que el acoso termina molestando demasiado.

Cuatro

Hace dos años, creo, compré en Lima el libro en el que Andrés Piñeiro recopila las pocas entrevistas que concedió Martín Adán a lo largo de sus casi 80 años de vida. Ahora me he puesto a buscarlo entre los volúmenes que están de pie y muestran sus lomos para identificarlos fácilmente, y aquellos que se acumulan formando rumas en mi desbordante y caótica biblioteca que ocupa casi todos los muros de mi departamento. No lo encuentro, pero en cambio me doy con Obra poética (1928-1971), el libro en el que el Instituto Nacional de Cultura reunió en 1971 el conjunto de la obra poética de Martín Adán hasta ese año y que lleva como añadido una selección de juicios y comentarios críticos sobre el autor de Travesía de extramares.

Dentro de él me doy con la sorpresa de hallar una hoja de periódico amarillenta, del diario La República del jueves 31 de enero de 1985, doblada en ocho. La despliego con enorme curiosidad y veo que, en un lado, trae una nota sobre el velatorio y el entierro de Martín Adán escrita por quien entonces era un respetable poeta joven y, desde ya, un mal periodista (desgraciadamente, mal periodista sigue siéndolo aunque ya no en el mismo diario, y no me pregunten cómo se llama, prefiero olvidar su nombre). Y, en el otro lado, viene una nota que ocupa toda la página (salvo el espacio de tres fotos) titulada “Aproximación a Martín Adán”, que firma José Luis Sardón, nombre que hoy no me dice nada.

El artículo recorre a vuelo de pájaro la vida y obra del poeta vagabundo y recuerda la importancia que tuvieron en su niñez sus tres tías “enérgicas y solteronas”, ya que Rafael de la Fuente Benavides era huérfano desde pequeño, y sobre todo la tía Tarcila, con la que dejaría el centro de Lima para mudarse a Barranco e ingresar al Colegio Alemán, donde escribió, a los 16 años, La casa de cartón, su primera y precoz obra maestra. Señala también que estudió Derecho en San Marcos obligado por la feroz Tarcila pero que, en cuanto ésta se fue al cielo (o al infierno, ¡quién sabe!), se pasó a Letras y se graduó con la tesis De lo Barroco en el Perú, la cual, pese a su gran calidad, no fue muy bien vista por los académicos acartonados de entonces (y sigue habiendo muchos así).

Un aspecto que yo había olvidado por completo, Sardón me lo regresa a la memoria: el corto periodo de su vida, entre 1934 y 1935, durante el cual Rafael de la Fuente Benavides trabajó, en Arequipa, nada menos que ¡en un banco! Quizás ese medio en el que lo único que cuenta es el dinero, las finanzas, las inversiones, el lucro y la usura -me digo yo ahora- lo disgustó a tal punto que lo fue alejando para siempre del mundo laboral formal y acercando a esa vida de libertad, alcohol, anhelos sexuales y constante vagabundear por las calles de su niñez en el Cercado de Lima que fue la suya hasta que decidiera pasar gran parte de su existencia en un hospital siquiátrico.

Volviendo a algo que anotaba antes tras leer el artículo de Sardón me doy cuenta de algo que no creo que sea una simple coincidencia: Rafael de la Fuente Benavides fue un niño huérfano y, luego, ya mayor, instalado en esa vida errante, desordenada y alcoholizada, que por falso pudor muchos denominan “su bohemia”, encontró a una especie de padre adoptivo llamado Juan Mejía Baca -quien era, sin embargo, cuatro años menor que él-, y fue el protector de su obra y su editor, a la vez que regentaba una librería que se convirtió en su refugio, y su lugar de encuentros. La librería de Juan Mejía Baca estaba ubicada, nada menos, que en la calle Huérfanos. ¿Es acaso una pura coincidencia?

Cinco

Ingresar a la universidad, a San Marcos, a la Facultad de Letras, la misma en la que se graduó Rafael de la Fuente Benavides, pero ya no en la casona del centro, sino en la ciudad universitaria aún a medio construir, me hizo menos solitario pero no menos vagabundo. El deambular colectivo de aquel entonces, nos llevaba a veces a un bar cercano a la facultad al que bautizamos Los Agachados; pero con mayor frecuencia a las cantinas del centro, varias de las cuales estaban situadas en La Colmena y en los alrededores del Parque Universitario.

Algunas de ellas tienen cierta celebridad, como El Palermo, El Cordano y El Queirolo; otras aparecen en algún poema, como El Chino-Chino; y otras como que ya nadie las recuerda: El Cuchitril, La Llegada, El Bonzo, y otras más que yo también olvido. Una noche íbamos por esas calles un grupo de tres o cuatro compinches con la salvaje avidez de emborracharnos y, de repente, en una mesa en la que había una botella de cerveza negra y un vaso, encontramos a un señor solitario que llevaba sombrero y un largo abrigo oscuro. Tenía bigote, la barba a medio crecer y un aspecto descuidado. Era Martín Adán en persona. Nos acercamos a él, violando inconsciente y juvenilmente su soledad. Le declaramos nuestra admiración por su poesía y uno de nosotros, que siempre se caracterizó por su solemnidad impostada, se hincó de rodillas frente a él mientras exclamaba teatralmente “¡Maestro! ¡Maestro!”.

Recuerdo que le hacíamos preguntas relacionadas a su relación con Mariátegui, la revista Amauta y los intelectuales y escritores con los que pasó su juventud. Martín Adán respondía a algunas de esas cuestiones siempre con ironía, irreverencia y hasta en tono burlón, muy pausadamente. De Mariátegui  dijo: -recuerdo- que era “un muchacho inteligente” y luego, sin que lo interrogáramos sobre él, añadió que, en cambio, Riva Agüero era “un cojudo”. Le pedimos que nos leyera un poema y Martín Adán, con mucha parsimonia, metió la mano derecha en uno de los hondos bolsillos de su abrigo y sacó una de esas cajas grandes de fósforos La Llama.

Luego la abrió y extrajo de ella un papel doblado no sé cuántas veces pero muchas, lo desplegó y nos leyó un poema que nos dejó mudos, anonadados, perdidos en nuestro propio estremecimiento. Terminada la lectura y mientras volvía a doblar el papel meticulosamente, para meterlo en la caja de fósforos y luego devolverla al bolsillo del que la había sacado antes, nos dijo con voz suave, pero muy decidida: “Quiero estar solo”. Y no nos quedó sino retirarnos. Para mí se había rizado un rizo: había vuelto a ver a Martín Adán en carne y hueso pero en circunstancias muy diferentes. Esta vez yo formaba parte de sus acosadores.

Seis

Volvamos un poco para atrás. En mayo de 1961, una escritora argentina llamada Celia Paschero, de la que ahora ya casi nadie se acuerda, le escribió una carta  a Martín Adán solicitándole una entrevista. Quería la ingenua que el poeta le suministrara “datos sobre su vida” y que se los contara “con toda la sal que usted sabe poner en cuanto dice y escribe”. Hoy releo esa carta en el libro en el que Andrés Piñeiro ha reunido una selección de la correspondencia del poeta y de algunos de sus allegados, y me da risa; tal es el desconocimiento de la argentina de lo que es la vida cotidiana del poeta; y no sé si por iniciativa propia o si alentado por Mejía Baca, Martín Adán contesta la carta de Paschero con un largo poema, Escrito a ciegas, que es para mí lo mejor de su obra.

¿Quieres tú saber de mi vida? 
Yo sólo sé de mi paso,
De mi peso,
De mi tristeza y de mi zapato.
¿Por qué preguntas quién soy,
Adónde voy?… Porque sabes harto
Lo del Poeta, el duro
y sensible volumen de ser mi humano,
Que es cuerpo y vocación,
Sin embargo.

Si nací, lo recuerda el Año
Aquel de quien no me acuerdo,
Por qué vivo, porque me mato.

Mi Ángel no es el de la Guarda.
Mi Ángel es del Hartazgo y Retazo,
Que me lleva sin término,
Tropezando, siempre tropezando,
En esta sombra deslumbrante
Que es la Vida, y su engaño y su encanto.

Me imagino la cara de la Paschero al abrir el sobre en el que le llegaba a Buenos Aires la respuesta a su ridícula demanda. Un rostro de asombro y quizás, de inmediato, la conciencia de su propia estupidez. Ella quería chismorreo, tal vez anécdotas de la “vida bohemia”; frases graciosas, humor pícaro; todas esas cosas que tanto suelen gustarles a los periodistas. Y no, no y no. Martín Adán nunca se prestó a las payasadas promocionales que aceptan por lo general los escritores que ven en la literatura un camino hacia la celebridad y, por qué no, la fortuna.

Nada de autobombo en este poeta auténtico que vivió hasta las últimas consecuencias,  la poesía y la existencia en que ésta se sustentaba. ¡Qué diferencia si se lo compara con todos esos buscadores de prestigio que más que a la literatura, les rinden culto a sus propias personas! Y justamente en el libro de cartas vemos la indiferencia con la que Martín Adán recibió “honores” como el Premio Nacional de Literatura, e incluso su incorporación a la Academia de la Lengua, a los cuales respondió con cartas de “agradecimiento” de una gran formalidad que transmiten un marcado desinterés. Si recuerdo bien, encargó a Mejía Baca que recogiera el premio y en la Academia nunca puso los pies; no hizo discurso de orden y, como lo dice en una carta, se consideró siempre “miembro no incorporado”. ¡Ah esos poetas de hoy que por ser “académicos” le arrancarían los ojos a un concurrente! Y se vanaglorian de sus premios, sus condecoraciones, sus cátedras, sus relaciones y su reconocimiento por las autoridades políticas. De otro mármol estaba hecho Martín Adán.

Poco es lo que me parece interesante en las Cartas escogidas de Martín Adán (Fondo Editorial PUCP, 2015). En su gran mayoría es correspondencia burocrática, generada por una necesidad inmediata o, como lo decíamos antes, para cumplir una formalidad social. En muy pocas de las seleccionadas aparece el poeta auténtico, irónico, jodedor en su total desesperanza. En una misiva dirigida a su amigo Estuardo Núñez se refiere a Allen Ginsberg, con quien había bebido en algunos bares como El Cordano y compartido cama y probablemente cópula: “Homosexual, pasivo, según lo dice a gritos” (…) “Si es loco está cuerdo como Sancho en Yanquilandia” (…) “me dijo muy seriamente, y en voz baja, que él había nacido en un manicomio estando su madre internada”.

Otra  vez, en una carta a Mejía Baca, le solicita que, debido a algo que ha dicho Luis Alberto Sánchez, su exprofesor en el Colegio Alemán, haga lo necesario para eliminar los prólogos y “toda dedicatoria o referencia mía a Sánchez en las reediciones de textos que contigo he contratado”.  Y luego precisa: “la amistad de Sánchez conmigo nunca fue entrañable, como él afirma, que sí lo fue… sino simple relación formal y  habitual como la que puede existir entre profesionales de la literatura, nacidos de clases sociales y con ideas políticas diferentes y, a veces, encontradas”.

Luego, tras una carta aclaratoria que le envía Sánchez, Martín Adán le escribe unas cuantas líneas el 6 de diciembre de 1970 que, según yo, es lo mejor de la selección de Piñeiro: “Volvamos al tuteo constitucional nuestro. Ya te desahogaste tú ya me desahogué yo: somos dos peruanos inteligentes -yo más que tú por si aca-, y ya pasó el lío y dejémonos de cojudeces. Venga el contrato. Y quedamos como antes, tan formalmente enemigos en lo político como entrañablemente amigos en lo personal. No estamos ya para rencores: ya salimos del colegio”. Allí está el Martín Adán al que una vez escuché discurrir en un bar sobre sus amigos poetas e intelectuales y sus compañeros de generación: cáustico, deslenguado, irreverente.

En dos ocasiones Martín Adán en sendas cartas promete viajes que él sabe muy bien que nunca realizará. Al estudioso británico John Kinsella le escribe: “Ya conversaremos de viva voz, que así lo deseo vivamente; no aquí, por cierto, sino acaso en Inglaterra, acaso pronto”. Esta es una forma muy suya de acallar sus requerimientos de entrevista, de sacarle el cuerpo al asunto sin decir necesariamente no, pero sí una mentira, ya que ni por un segundo ha pensado viajar a Inglaterra. Algo parecido hace con José Dammert Bellido, obispo, “pariente y amigo”: “Ojalá pueda yo algún día visitarte en Cajamarca, tierra a la que estoy muy vinculado como nieto que soy de una Santolalla y biznieto de una Iglesias”.

Por supuesto, nunca fue a Cajamarca, es más, nunca pensó ni remotamente hacerlo. Después de unos viajes juveniles a Pacasmayo, de donde provenía una parte de su familia, y su “aventura” laboral en Arequipa, el ámbito vital del poeta, que yo sepa, quedó reducido hasta su muerte a la ciudad de Lima. En el Cercado, primero; en Barranco luego, como lugar de residencia, y en el centro como espacio de vagabundeo y “bohemia”; en Magdalena, donde está el Hospital Psiquiátrico Larco Herrera donde vivió por largos periodos y en el Rímac, donde se sitúa el Albergue Canevaro en que falleció.

Siete y fin

13 de febrero de 1970, revista Oiga: “La nueva y violenta poesía peruana”. Un periodista anónimo nos entrevista a tres de los jóvenes poetas que hemos publicado en la que será la última entrega de la revista sanmarquina Estación reunida: Tulio Mora, Elqui Burgos y el que esto escribe. Tanto Tulio como yo mencionamos en nuestras respectivas respuestas a Martín Adán. Mora señala “el escapismo” del poeta y yo digo: “…Martín Adán se conserva aún como el mejor poeta joven. ¡Y es un anciano reaccionario!”

Hoy al releer mi declaración digo que, por una parte, me sigue pareciendo válida y que, por otra, estaba completamente equivocada. Era cierto -y creo que sigue siéndolo- que Martín Adán, con libros extraordinariamente rompedores como La mano desasida y Escrito a ciegas, era y es un poeta joven, si entendemos por joven poeta a aquel que es atrevido, provocador, transformador y que, en el caso de Adán, lleva el verso libre a sus extremos, y no se priva de mezclar niveles de lengua, lo cual, no se veía en la poesía peruana desde Trilce, el libro más revolucionario de César Vallejo. Pero yendo más lejos, me atrevería a afirmar que cuando escribe encerrado dentro de formas tradicionales de la poesía castellana como el soneto, igual da muestras de juvenil rebeldía; pues desde dentro de una forma poética rígida, con un número de versos, sílabas por verso y estructura de rimas previamente determinada, logra dinamitar esta forma, y hace de ella una creación absolutamente suya: un soneto de Martín Adán es un soneto explosivo que con su estruendo le quitará el sueño a cualquiera de sus lectores.

Donde sí metí la pata en mis declaraciones juveniles fue al afirmar que Martín Adán era “un anciano reaccionario”. Mi militancia izquierdista de entonces, marcada sin que yo me diera cuenta por un sectarismo bastante cerrado, me llevó a utilizar esa  calificación basándome, es probable -me lo digo ahora-, en el origen de clase, burgués,  de Rafael de la Fuente Benavides, y en una posición política suya que yo deducía de manera automática y arbitraria, pues, el propio poeta no parece haber hecho explícito nunca nada al respecto. Preciso, sin embargo, que en aquel corto diálogo que un grupo de jóvenes sostuvimos en un bar con él, su incisiva ironía la dirigió hacia un derechista como Riva Agüero, mientras que a Mariátegui, el izquierdista, lo calificó de “muchacho inteligente”. Aparte de eso, lo único que sé a ciencia cierta es que no simpatizaba con el aprismo, pues lo dice de manera clara en la carta a Luis Alberto Sánchez que evocábamos antes.

Hoy no creo que Martín Adán haya sido un “anciano reaccionario” sino todo lo contrario: probablemente es el escritor peruano más antiburgués que hayamos tenido: rompió radicalmente con su clase, con su familia, e incluso con la idea misma de esa estructura burguesa y patriarcal de la familia; no se le conocen afirmaciones patrioteras ni nacionalistas; su homosexualidad fue antisistema, marginal, no integrada de ninguna manera en el orden establecido (el cual condena oficialmente la conducta homosexual pero protege con un manto de hipocresía a quienes la practican desde el poder político y eclesiástico); solo durante un año, en una vida de casi ochenta, trabajó de manera formal en una institución bancaria; el resto del tiempo dilapidó su herencia entre bares y vagabundeos callejeros dedicado al oficio nada rentable ni lucrativo de la poesía, aplicando en su vida aquello que Paul Lafargue llamó el derecho a la pereza; es decir, en su caso, al ocio creativo y, finalmente, hizo caso omiso de los honores, y nunca se integró en la por entonces muy reaccionaria Academia de la Lengua para la cual había sido elegido con el voto de algunos señorones intelectuales que eran -o habían sido- sus amigos. Es verdad, me equivoqué en toda la línea: Martín Adán al dejar de ser durante gran parte de su vida Rafael de la Fuente Benavides negó lo reaccionario de su clase de origen y tanto con su vida como con su obra, reafirmó que la poesía -la verdadera poesía- es fuego y quema; es explosiva y hiere, no es sustancia adormidera, sino brebaje para quitar el sueño, como lo quería también ese otro poeta homosexual y antiburgués del Perú que quiso llamarse César Moro.

(Publicado en la revista impres Lima Gris número 11)

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J. Rosas Ribeyro. Escritor, poeta y periodista nacido en Lima, Perú, residente en París, Francia. Salió del Perú deportado por una dictadura militar. Sus obras han sido publicadas en Perú y México principalmente, pero también en España, Estados Unidos, Ecuador, Reino Unido y Francia. Tiene un doctorado de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Es miembro de la redacción de la revista francesa Espaces Latinos y colaborador de la revista literaria virtual latinoamericana El Hablador. Ha sido periodista y productor de programas culturales en Radio Francia Internacional. Ha realizado traducciones de: Jacques Roubaud, Boris Vian, Blaise Cendrars y otros autores en lengua francesa Libros publicados: Curriculum mortis , París, 1985, Ciudad del infierno, Lima, 1994, País sin nombre, Lima 2011, Todo es aluvión, México, 2012. Contemplaciones (apuntes de un sobreviviente), Lima, 2013.

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MTC pone fecha definitiva para que la Línea 2 del Metro opere al 100%

Trabajos de manera simultánea en 40 puntos permitirán que obra concluya en el año 2028.

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A esperar cuatro años más de desvíos y tráfico infernal. El viceministro del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), Ismael Sutta, brindó nuevas aproximaciones sobre lo que será el funcionamiento de la Línea 2 del Metro de Lima.

Entre ellas destacó que, gracias a los trabajos simultáneos que se vienen realizando en 40 frentes de lo que será la Línea 2 del Metro, se podrán se podrán acelerar los tiempos para poder inaugurar el total de las estaciones más rápido y que el primer subterráneo del Perú opere al 100% en el 2028.

“Eso está haciendo que nuestro avance pueda ir más rápido. De acuerdo al cronograma de avance, debemos tener funcionando todo el sistema en el año 2028. Este importante sistema nos va a permitir movilizar más de 600 mil pasajeros al día, en una primera etapa, y en el 2030, un millón 200 mil pasajeros”, declaró Sutta para Panamericana Televisión.

En cuanto a las declaraciones del titular del MTC, Raúl Pérez-Reyes, quien manifestó hace unas semanas que la obra en su totalidad podría estar lista para los Juegos Panamericanos Lima 2027, el funcionario público precisó que no será posible.

Sin embargo, afirmó que para ese entonces ya habrán varias estaciones inauguradas, lo que facilitará el transporte de los turistas, de los aficionados de los deportes y del público en general al descongestionar las principales avenidas de los distritos y brindar una nueva opción para movilizarse.

“Estamos trabajando a ritmos acelerados. Esperamos llegar para que los Juegos Panamericanos no tengan problemas de congestión vehicular. Estamos en ese proceso. Venimos coordinando con el concesionario para adelantar algunos trabajos de tuneladora y estación para minimizar los cierres que se tienen en las vías”, dijo el viceministro.

Trabajos se vienen realizando a paso acelerado para que el primer subterráneo del país entre en funcionamiento de manera íntegra el año 2028. Foto: MTC.

Como se recuerda, ya se inauguraron las primeras 5 estaciones de las 27 planificadas. Estas son: Evitamiento, Óvalo Santa Anita, Colectora Industrial, Hermilio Valdizán y Mercado Santa Anita. Desde que fueron abiertas al público, dichas terminales vienen funcionando de forma gratuita al aún encontrarse en marca blanca, la cual durará hasta finales de agosto del 2024.

Con el pasar de los años se inaugurarán las 22 estaciones restantes para que el subterráneo una la ciudad de Lima al recorrer los distritos de Ate Vitarte, Santa Anita, El Agustino, San Luis, La Victoria, Cercado de Lima, Breña, Bellavista, Carmen de La Legua y el Callao en un plazo menor a los 45 minutos.

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Congreso aprobó dictamen para que contralor Nelson Shack siga en el cargo hasta designación de su sucesor

A pesar, que el proyecto de ley fue rechazado en diciembre de 2023, ayer acaba de ser aprobado en el Pleno del Congreso. El periodo de funciones del contralor culmina el 19 de julio; sin embargo, Nelson Shack permanecerá en sus funciones.

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El Pleno del Congreso aprobó en primera votación el dictamen de los proyectos de ley 3523/2022-CR y 4674/2022-CR, que autoriza la continuidad en funciones del actual contralor general de la república Nelson Shack Yalta, hasta la designación de sustituto por el propio Poder Legislativo.

Con 72 votos a favor, 28 en contra y 6 abstenciones, el Parlamento decidió, en primera votación. Ahora, el proyecto aprobado será materia de segunda votación transcurrido siete días calendario.

Según la Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control, y de la Contraloría General, el cuestionado contralor Nelson Shack fue designado por un periodo de siete años y su vigencia debía mantenerse hasta julio 19 de julio del 2024.

“Finalizado el período de siete años, el contralor general de la República continuará en funciones hasta que el Congreso de la República designe al nuevo contralor general de la República”, se mencionó una parte del dictamen.

Además, establece que, dentro de los tres meses previos al término del periodo de la designación del contralor, la presidenta de la república remite al Congreso su propuesta para la nueva designación.

Es decir, el contralor general de la república es elegido a propuesta del Poder Ejecutivo y designado por el Congreso para un periodo de siete años.

Cuestionan medida que favorece a Shack Yalta

La parlamentaria Silvana Robles indicó que, el contralor Nelson Shack quien pretendió encubrir el escándalo de los Rolex de Dina Boluarte, ahora sea beneficiado por “el fujimontesinismo” por aprobar ley que amplía su mandato.

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BLANCO SAF brindó facilidades a la SMV en proceso de intervención

La institución asegura que esta acción contribuirá con reforzar su nueva política de comunicación transparente y oportuna con los inversionistas.

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Blanco Sociedad Administradora de Fondos S.A.C. (“BLANCO SAF”), mostró su total disposición y facilidades a los representantes de la Superintendencia Adjunta de Supervisión Prudencial de la Superintendencia de Mercado de Valores (SMV), luego que esta institución dispusiera la intervención administrativa en la modalidad de supervisión de la gestión de BLANCO SAF.

Cabe precisar, que esta intervención es sobre los Fondos de Inversión por Oferta Pública FIBP6 SOLES y FI BP7 DÓLARES (los “Fondos”), durante un periodo de 90 días calendarios contados a partir de la entrada en vigencia de la precitada Resolución, con el objeto de adoptar las medidas necesarias para obtener la recuperación de los Fondos.

BLANCO SAF, recalcó que esta medida adoptada por la SMV recae directamente sobre los Fondos FI BP6 SOLES y FI BP7 DÓLARES. El resto de los fondos de inversión que administra BLANCO SAF, incluyendo su fondo mutuo, mantendrán sus operaciones con normalidad.

Asimismo, recuerda que durante toda la vida institucional de BLANCO SAF, siempre se han distinguido por atender diligentemente todos los pedidos y requerimientos de la SMV. En este sentido, consideran que la medida adoptada por el ente regulador transmitirá mucha tranquilidad a los inversionistas y que contribuirá con las acciones de transparencia que BLANCO SAF se había comprometido a reforzar.  

De igual forma, señalaron que esta acción contribuirá con reforzar su nueva política de comunicación transparente y oportuna con los inversionistas y además ayudará a fortalecer las acciones de control en los fondos que administran y en los alcances de las políticas de inversiones sobre sus futuros fondos.” La supervisión de la gestión de la SMV nos dará el espacio que necesitamos para implementar las acciones de reactivación de la liquidez de los Fondos, en beneficio de nuestros inversionistas”, expresaron.

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Patricia Benavides en audiencia advirtió: “Me quieren destituir con un informe espurio”

Hoy el Pleno de la JNJ pretende destituir por unanimidad a la exfiscal de la Nación, Patricia Benavides, según el informe de la magistrada Inés Tello, por “haber beneficiado a su hermana Emma” y por separar a la exfiscal Bersabeth Revilla que se encargaba de dicho caso.

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Este jueves 18 de abril desde las 9 de la mañana se inició la audiencia oral en la sede de san Isidro de la Junta Nacional de Justicia (JNJ) para decidir la destitución de la exfiscal suspendida Liz Patricia Benavides Vargas, por haber cometido tres faltas graves cuando lideraba el Ministerio Público, como haber interferido en la investigación fiscal que se le sigue a su hermana Enma Benavides y haber emitido resoluciones sin motivación, según se sustenta en el informe de 148 páginas, redactado por la magistrada Inés Tello. 

El informe también sustenta que, la exfiscal de la Nación dio un trato degradante a la fiscal suprema provisional, Bersabeth Revilla Corrales, e hizo hincapié en un presunto favorecimiento al fiscal superior de Lima Centro, Miguel Ángel Vegas.

Asimismo, Benavides Vargas desde que inició su intervención de defensa, de manera contundente, acusó a los magistrados de querer removerla violando el debido proceso.

“Me quieren destituir con un informe espurio”, señaló Benavides Vargas.

Además, pidió frontalmente a Aldo Vásquez Ríos que por decoro se inhiba de votar en este caso.

Por su parte, el exfiscal supremo anticorrupción, Martín Salas Zegarra, remarcó que la Junta Nacional de Justicia (JNJ) destituirá por unanimidad a la suspendida fiscal de la Nación, Patricia Benavides, pues los cargos en su contra “están más que demostrados”. Además, respaldó el informe de Inés Tello, magistrada de la JNJ, contra Benavides Vargas, porque el hecho de que la fiscal suprema “haya beneficiado a su hermana” en una investigación es “una falta grave”.

“El Pleno de la JNJ por unanimidad deberá proceder a destituirla del cargo de fiscal suprema. Los cargos están más que demostrados. Los hechos de mal usar su cargo para favorecer a la hermana es a todas luces una falta grave que debe ser sancionada con una destitución”.

“Conforme al reglamento, se establece que la decisión final del Pleno debe darse 10 días siguientes a la vista de la causa, es decir, tras la exposición de Patricia Benavides con sus alegatos de defensa, a desarrollarse hoy. Una vez que se pronuncie (la decisión), la parte procesada podrá presentar un recurso de reconsideración en un plazo de 5 días. Con esto se acabaría la instancia correspondiente”, enfatizó.

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Viudas y familiares de líderes asháninkas asesinados temen por sus vidas y aseguran que no pueden regresar a su comunidad por las constantes amenazas

Familiares de los dirigentes fallecidos indican que familiares de los condenados buscan cobrar venganza.

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Ganaron una batalla judicial que duró cerca de 10 años, pero aún no encuentran la tan ansiada paz. Las viudas de los dirigentes asháninkas Edwin Chota, Jorge Ríos, Francisco Pinedo y Leoncio Quintisima —asesinados por denunciar las actividades de tala ilegal en su territorio en septiembre de 2014— vienen denunciando que son víctimas de constantes amenazas por parte de algunos familiares de los sujetos que dieron muerte a los cuatro dirigentes, destacándose a la familia de Segundo Atachi, uno de los madereros condenados por los crímenes.

Los habitantes y sus líderes, como Andrés Arévalo Pérez, joven apu de la comunidad, demandan al Ministerio del Interior la implementación de un puesto policial que brinde la necesaria protección a la comunidad y a las familias afectadas por la violencia y la explotación ilegal de sus recursos naturales.

Si bien el pasado viernes se condenó a los cuatro responsables de los dirigentes asháninkas, aún persiste la tala ilegal en la comunidad de Alto Tamaya-Saweto, y también no cesan las amenazas contra aquellos que alzan la voz para preservar los recursos naturales; ellos aún no ven un acercamiento del Estado, o al menos una señal de buena voluntad que les brinde un poco de seguridad.

Viudas no pueden regresar a su comunidad por temor a represalias de parte de los familiares condenados. Foto: Salvador Oré.

Ante ello, Rocío Trujillo, abogada de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) —organización vocera de los pueblos indígenas de la Amazonía peruana—, exige garantías para la comunidad, así como para Ergilia Rengifo, viuda de Jorge Ríos; Julia Isabel Pérez, viuda de Edwin Chota; Lita Rojas, viuda de Leoncio Quintisima y Lina Ruiz, hija de Francisco Pinedo.

Nos pueden matar, así como mataron a mi padre. No podríamos regresar porque el asesino Segundo Atachi está en Saweto, sigue talando. Ahora están esperando la creciente del río para que bajen la madera. Sus hijos hablan, dijeron que, si a sus padres los condenan, se van a vengar de nosotros, nos quieren matar a todos y así quedará libre nuestro territorio para ellos, eso nos preocupa mucho”, declaró Lina Ruiz Santillán, hija de Francisco Pinedo, uno de los defensores indígenas asesinados, al diario La República.

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Gobierno declara estado de emergencia en Arequipa por crecida de la ola delictiva

Medida restringirá algunos derechos en la Ciudad Blanca y se extenderá durante 20 días.

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Una ciudad blanca manchada constantemente de sangre. El Gobierno del Perú ha declarado el estado de emergencia en la provincia de Arequipa debido al ingreso de organizaciones criminales que tienen en vilo a todos los ciudadanos de la también conocida como Ciudad Blanca. Esta medida empezará hoy y se prolongará durante 20 días.

El Decreto Supremo N.º. 043-2024-PCM, publicado en el diario oficial El Peruano, detalla que el gobierno de la presidenta Dina Boluarte establece que la Policía Nacional del Perú (PNP) asumirá el orden interno provincial, pero con el apoyo de las Fuerzas Armadas (FF.AA.).

“La intervención de la Policía Nacional del Perú y de las Fuerzas Armadas se efectúa conforme a lo dispuesto en el Decreto Legislativo N.º 1186, Decreto Legislativo que regula el uso de la fuerza por parte de la Policía Nacional del Perú”, se lee en el documento.

“Y en el Decreto Legislativo N.º 1095, Decreto Legislativo que establece reglas de empleo y uso de la fuerza por parte de las Fuerzas Armadas en el territorio nacional”, continúa el texto.

El estado de emergencia en la provincia de Arequipa fue declarado por veinte días calendario. Se aplicará la restricción y suspensión del ejercicio de los derechos constitucionales. Estos son: inviolabilidad de domicilio, libertad de tránsito por el territorio nacional, libertad de reunión, libertad y seguridad personales.

El DS N.º 043-2024-PCM no menciona que habrá toque de queda o que los eventos sociales y espectáculos en la zona quedan suspendidos, como sí ocurrió en los estados de emergencia declarados en los distritos de Lima y las provincias de Trujillo anteriormente.

“Dentro de los cinco días hábiles posteriores al término del Estado de Emergencia declarado, la Policía Nacional del Perú debe presentar al titular del Ministerio del Interior (Walter Ortiz), un informe detallado de las acciones realizadas durante el régimen de excepción y los resultados obtenidos”, indica la norma.

Personal de las FF.AA. patrullarán las calles de la Ciudad Blanca para reestablecer el orden interno.

De acuerdo con datos proporcionados por la PNP y el Ministerio Público, Arequipa ha visto un incremento en la incidencia de delitos graves como homicidios, extorsiones, secuestros y robos en los últimos años. Un informe del año 2022 reveló que se registraron 33,930 denuncias en el periodo, incluyendo 336 por robo agravado con armas, 324 casos de extorsión y 121 homicidios.

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‘Marcha blanca’ de Línea 2 del Metro de Lima se extiende hasta el 31 de agosto

Hasta la fecha se han movilizado aproximadamente tres millones de personas; sin embargo, los usuarios piden que se acelere la construcción de más estaciones. Por su parte, el Concesionario ha proyectado que para abril de 2026 se inauguren las estaciones 25, 26 y 27.

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Por lo visto, el funcionamiento de la marcha blanca de la Línea 2 del Metro de Lima, ha tenido gran demanda y una buena respuesta de los ciudadanos; por lo tanto, se ha extendido su período (de marcha blanca) hasta el 31 de agosto, según informó Jean Paul Calle, vocero del Concesionario Metro de Lima Línea 2, que está integrado por Iridium, Dragados, FCC, Webuild, Cosapi, Hitachi Rail STS y Hitachi Rail Italy SpA.

Inicialmente, este servicio gratuito como periodo de prueba estaba previsto concluir el 8 de abril, pero se tomó la decisión de esta ampliación que beneficiará a los usuarios permitiéndoles seguir disfrutando del primer metro subterráneo gratuito de Perú.

Como resultado favorable. hasta la fecha, se han movilizado aproximadamente tres millones de personas, y se espera que esa cifra se duplique en los próximos cuatro meses. 

Por el momento, los usuarios utilizan tarjetas diferentes para la Línea 1 y Línea 2, pero la entidad informó que están trabajando en una integración de tarjetas para finales del año.

En el servicio operan cinco estaciones que cubren cinco kilómetros, desde la estación de Evitamiento hasta el Mercado de Santa Anita.

En 2026 se inaugurarán más estaciones

El Concesionario Metro de Lima 2, ha proyectado que para abril de 2026 se inauguren las estaciones 25, 26 y 27, con una tarifa estándar de S/1.40 para adultos y S/0.70 para estudiantes, la cual se empezará a cobrar desde septiembre. Además, se está construyendo una estación de interconexión entre la Línea 1 y la Línea 2, que se espera esté operativa pronto.

Finalmente, el proyecto total de la Línea 2, que unirá 10 distritos a lo largo de 35 kilómetros, se proyecta que esté concluido entre 2028 y 2029.

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Osiptel: A partir del 22 de abril los celulares robados serán bloqueados

¿Esta vez será cierto? Según Osiptel, este sistema detectará a diario todos los celulares cuyo código IMEI haya sido alterado, e inmediatamente, se ordenará su bloqueo en todas las empresas operadoras.

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Tras años de no darle solución al uso de celulares robados, en lugar de ser bloqueados para evitar las clonaciones y el reciclamiento de los mismos en el mercado negro, El Organismo Supervisor de Inversión Privada en Telecomunicaciones (Osiptel) anunció que a partir del 22 abril intensificará la lucha contra la venta ilegal de celulares.

Luis Pacheco, director de fiscalización e Instrucción de Osiptel, anunció que todas las empresas operadores del servicio móvil bloquearán todo celular que se reporte como robado por un ciudadano víctima de la criminalidad.

Osiptel implementará un sistema con la lista de los equipos a bloquear, así como los equipos autorizados para funcionar en las redes móviles del país.

Aseguran que detectarán código IMEI

Según el funcionario, este sistema también detectará a diario todos los celulares cuyo código IMEI haya sido alterado (es decir, que sea calificado como inválido o clonado), e inmediatamente, se ordenará su bloqueo en todas las empresas operadoras.

La medida forma parte de la tercera fase del Registro Nacional de Equipos Terminales Móviles para la Seguridad (Renteseg), que fue creado por el Gobierno peruano con el Decreto Legislativo n.° 1338 y reglamentado con el Decreto Supremo n.° 007-2019-IN, con el objetivo de desincentivar la comercialización de celulares robados o de dudosa procedencia en el mercado peruano.

Se bloquearán los equipos que no estén registrados en el Renteseg

Con la tercera fase del Renteseg se implementa también la lista de celulares válidos o lista blanca, en la cual figuran todos los equipos que están autorizados para operar en las redes del servicio móvil del país. Todos los celulares con servicio activo y que forman parte del registro de abonados de las empresas operadoras del servicio móvil, al 21 de abril de 2024, pasarán automáticamente a formar parte de la lista de celulares válidos.

A partir del 22 de abril, las empresas importadoras alertarán a los equipos móviles que se activen y no estén registrados para que regularicen su situación, pero no se bloquearán por el momento.

Si un usuario recibe un mensaje de texto o SMS en el que se le indica que su celular no está registrado en la lista de celulares válidos del Renteseg, debe acudir, inmediatamente, a la empresa operadora que le vendió el celular y exigir que regularice la situación del equipo.

Importadoras tendrán que registrar sus equipos

Solo hasta el 21 de abril, las importadoras realizarán el registro en el Sistema de Carga de Información de Equipos Terminales Móviles Importados, Fabricados o Ensamblados en el País (Sicart). A partir del 22 de abril, deberán hacerlo en el nuevo Registro de Equipos Terminales Móviles Importados, Ensamblados y Fabricados (RETMIEF). También, a partir del 22 de abril, todos los equipos celulares traídos desde el extranjero por personas naturales para su uso personal deben ser registrados en la lista de celulares válidos o lista blanca a través de las empresas operadoras de servicio móvil que les prestará el servicio para evitar el bloqueo.

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